"La importancia del costal de fique, la veo principalmente en el transporte de granos como el cacao, frijol, café; perduran más por ser un espacio fresco. Para las cargas con las mulas es muy bueno, porque no se rompe fácilmente, a diferencia de los otros costales sintéticos. El amarrado queda también más seguro.

Su desventaja está en que si llueve o le cae agua, lo de adentro se va a mojar. Pero este material y el tejido que se utiliza, también sirve para los sillones de los animales como las mulas, llamadas enjalmas, pues impide que se pelen."

(Mamo Wiwa Francisco, comunicación personal, 7 de julio de 2019)
El costal de fique, con su tejido resistente, tiene sus raíces en las comunidades étnicas Guanes, destacándose por los bordados de las mujeres campesinas en Boyacá y Santander. A lo largo del tiempo, este utensilio ha perdurado como un portador de conocimientos ancestrales, que emergieron y se mantienen colectivamente. Hoy en día, su producción se extiende a regiones como Cauca, Nariño, Santander y Antioquia.
Varios artistas han representado el costal de fique en sus obras, capturando la esencia del hábitat y la cultura rural. Un ejemplo es el artista mexicano Diego Rivera, quien, en su dibujo "Campesino" (1938), muestra al trabajador agrícola con su característico costal (“Diego Rivera, Témperas de los años treinta y cuarenta”, s.f.).
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Costal de fique.
Campesinos y arrieros conocen la robustez del costal de fique, versátil para abastecimientos, recolección y comercialización con una capacidad de hasta 8 arrobas. Es esencial en desplazamientos, ya que puede doblarse y adaptarse a diferentes productos o usarse para diversas funciones. Su presencia es común tanto en áreas rurales como urbanas.

Rivera, D. (1938). Campesino.
(2020). Costales de fique. 14 x 28 cm. Lápices de colores y micropuntas sobre papel bond y papel mantequilla.
Los guanes utilizaban el fique para crear diversos objetos, desde cobijas hasta cuerdas y alpargatas, siendo una actividad artesanal que continuó durante la colonia. A finales del siglo XIX, Colombia producía anualmente un millón de sacos, diez de cuerdas y veinte de alpargatas de manera exclusivamente artesanal. En la primera década del siglo XX, inició el proceso de industrialización, y en poco más de treinta años, la producción anual alcanzó los 25 millones de sacos, evidenciando un crecimiento exponencial (Justo & Vidal, 2011, p. 21).
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(Serranía, 2019). Costal de fique.
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